8/9/10

DE BUÑUEL A SAURA: LA CAZA (1966)




   
      Si en el contexto internacional los años sesenta del pasado siglo fueron testigos del nacimiento de nuevas y más abiertas formas de expresión social, en el campo de las artes es donde se hicieron más patentes estos cambios de representación. El cine fue uno de los ámbitos más influenciados por las corrientes de modernización y hasta de vanguardismo. Así, sólo en Europa el muestrario de nuevas cinematografías englobaría al Free Cinema británico; la Nouvelle Vague francesa; la Nova Vlná checa o el Neuer Deutscher Film alemán, por citar las más reseñadas.
 
       Años sesenta en lo que ridículamente alguien dio en llamar el país de la piel de toro. Las cartillas de racionamiento, al menos oficialmente, pasan a ser un infausto recuerdo. La España de sótano y de sotana se esfuerza en obtener algún reconocimiento internacional explotando la reciente visita del entonces Presidente de los EE UU, Eisenhower, con el consiguiente espaldarazo al régimen franquista que aquello significó.

      En referencia al anquilosado sector del cine español, lo más significativo fue la promulgación de la nueva Ley de Cinematografía (1963) auspiciada por José Mª García Escudero, hecho éste que no eliminó la censura pero sí estableció una nueva normativa que, aunque tímidamente, ayudaría a liberalizar dicha industria. Con todo, la mayor aportación fue que ayudó a la producción del cine nacional y, sobre todo, favoreció la apertura de nuevos mercados. Al crearse la categoría de "interés especial", se facilitó la entrada de una nueva generación de jóvenes realizadores dispuestos a abrirse camino entre las telarañas y el olor a incienso y naftalina amasados durante esas dos largas décadas de posguerra. De esta forma, entre 1962 y 1967 debutan hasta 46 directores. Un grupo heterogéneo y con títulos de desigual calidad e interés.

       Por entonces, en España y de la recién creada Escuela Oficial de Cinematografía (E.O.C.) surgiría un grupo de nombres hoy bien reconocibles y con intenciones creativas similares a las de sus compañeros del viejo continente y que pasaría a ser conocido como Nuevo Cine Español. Estaría integrada por una larga lista de nombres como, entre otros: Picazo, Regueiro, Camus, Martín Patino, Summers, Paulino Fons o el mismo Carlos Saura.

      Es precisamente de este último realizador -quien mejor podría personificar esta ruptura con la tradición- y de su película quizá más valorada en la actualidad, La caza, de la que se ocupa la siguiente entrada.



   

      Sería difícil encontrar otro título con un elenco técnico y artístico tan importante en la cinematografía hispana de la segunda mitad del siglo XX. Comenzando por su productor, Elías Querejeta, junto a Pere Portabella en Cataluña, el más significativo y empeñado en dotar de aire fresco a la ya referida etapa del cine español. El encuentro Saura-Querejeta fue de vital importancia tanto por mantener ambos una estrecha y fructífera colaboración posterior como por el establecimiento de una  manera de entender el lenguaje fílmico   a través de la fuerte personalidad del productor vasco, quien dotaba a cada una de sus películas de muy característico sello. Querejeta pone a disposición de Saura a todo su equipo técnico, desde su operador, Luis Cuadrado -secundado por Teo Escamilla-, hasta llegar a Pablo G. del Amo en las labores finales de montaje. O, lo que es lo mismo, ya entonces o poco después, los mejores especialistas del país. La subyugante y ajustada música correría a cargo del prestigioso Luis de Pablo. Si a lo citado añadimos que el  apartado protagonista se sustentaba en actores de la talla de Ismael Merlo, Jose Mª Prada, Alfredo Mayo y de un jovencísimo Emilio Gutiérrez Caba, apenas resta ya por decir. Lo dicho, una de esas escasísimas confluencias de maestrías y quizá la más relevante del cine español.

   

                                  Querejeta y Saura durante el rodaje de La caza (1965)


   

     A la sombra de su maestro y paisano Luis Buñuel, el director conquense realizaría con La caza la película entomológica por definición. Saura declaraba que pretendía con ella "...un intento de ver unos personajes a través de un microscopio; un intento de disección de personajes, de objetos y de situaciones..."
¿No recuerdan estas palabras al mayor e irrealizable proyecto buñueliano de rodar una película en la que sus protagonistas tuvieran las características de diversos insectos?




                      Sección fotográfica...

                          El descubrimiento de un conejo apestado, preludio de la tragedia:
                          hormigas de la especie Messor barbarus infestando el cadáver.





                         Antes de la sesión de tiro, Luis (Jose Mª Prada) recita al poeta
                         portando una oruga de Sphingidae (Lepidoptera).




Acto seguido, Luis captura un Blaps sp. (Coleoptera Tenebrionidae) que va a serle útil tanto para afinar la puntería como para desahogar alguna frustración. Esta secuencia es un buen preludio de la tragedia que se avecina.

La serie de la sesión de tiro al escarabajo:












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